
Estaba ayer en el camarín de mujeres, supe que a Sofía le dolía el "estómago" y me acerqué para preguntarle qué sucedía. Me miró con los ojos medio llorosos y dijo "me llegó", la mire un tanto aturdida ¿llegó qué? y dijo, ya sabes, ¿el periodo? ¿cuando te llega a ti?, la miré y me sentí como un pendejo de diez años, me sentí un hombre completo, le dije, el mes que viene.
Esa misma semana mis amigas organizaron una pijamada, entre las niñas estaba Marta, una tipa que era bastante varonil y que me asustaba, siempre la invitaban a todos lados pero yo sentía que quería violarnos a todas. De pronto el famoso tema, menstruación. Me ponía los pelos de punta ya que para la edad a la mayoría le había llegado, menos a mí y no sabía cómo lidiar con eso.
Una amiga estaba contando que le resultaba bastante incomodo tener senos porque cuando corría sus amigos se burlaban de ella y la entendí en cierto punto, logré sentir un día que si no caminaba un tanto encorvada se notaría que era mujer y que mis amigos dejarían de hablarme. Quería adentrarme más al tema y sugerí que todas contaran la primera vez que les llegó.
Empezó Belén, aún recuerdo su cara, bastante seria y avergonzada. "Estaba en mi cama, fue horrible, desperté y la sangre estaba ahí, no quise avisar de inmediato a mi mamá y le conté a mi hermana, como sólo eramos mujeres a nadie le impactó, entonces cambiamos las sábanas, hicimos la cama de nuevo y mamá me dio un abrazo. Me dio bastante asco la primera vez, odio la sangre, me da náuseas, odio hacerme exámenes por ejemplo porque no la tolero y ahora tendré que verla y me siento como un monstruo, no huele bien y encima me siento debil".
Interrumpió el relato mi amiga Carmen "Pero qué raro, siempre dicen que duele pero ni a mi vieja ni a mí nos causa mayor daño, yo creo que exageran".
Mis ojos paseaban de una a otra. Ana dijo que observó unos espesos coágulos mientras se duchaba y llegó incluso a vomitar, pensó que estaba descompuesta, que había perdido un hijo o algo así y que encima era una abominación con piernas.
Después de esa charla lo menos que quería era ser mujer e incluso lo menos que quería era recibir esa pestilencia de la que todas hablaban.
Pasaron un par de meses y todo iba bien. Un día me encontraba mirando la televisión y sentí unas clavadas en las caderas, me paré en seguida y volví a caer, eran tan intensas que me asusté, como si clavaran finas agujas de manera muy profunda, y cada respirar me parecía una tortura. Le pregunté a mi vieja qué sucedía , me dijo, es normal, ya la había visto un par de veces congelada en pleno comedor por un dolor en ese entonces "incomprendible".
Estaba muy ajena a lo que ser mujer significaba, caminé hasta que se me quitó. Recuerdo que los días siguientes fueron muy raros, mi hermano no quiso darme el control remoto de la tele y le dije que lo odiaba, que jamás lo perdonaría, que no me quería siquiera un poco y que todos conspiraban en mi contra para hacerme infeliz, noté como los gritos salían de mi garganta mientras unas ganas asesinas se apoderaban de mi, yo , que era del todo pacífica y anti golpes, estaba de pronto sobre mi hermano cachetéandolo mientras el ni se inmutaba. Se paró rápido y me dijo, pendeja loca, te acusaré. Ardí en llanto y me quede en posición fetal abrazando una fea almohada. Las lágrimas se escurrían por mi rostro y un sin fin de emociones que no podía expresar ni explicar me sobrecogían, no podía dormir, no entendía que me pasaba.
Dormí pésimo esa noche, sentía mucho calor, que el cuerpo no se quedaba tranquilo, sentía la sangre ardiendo espesa en todos mis músculos, en mi carne, en mis venas, si alguien hubiera tenido una cámara especial podría haberme hecho un plano desde la altura y la grabación indicaría que me moví toda la noche.
Desperté y fui al baño a orinar como de costumbre pero me sentía un poco mareada, bastante débil yo diría, de pronto lo noté. Sangre. Mi piel se erizó, me dije "no merezco esto, no estoy lista". Me limpié y salí del baño, me senté junto al ventanal del segundo piso, el día estaba frío, las nubes más plomas que nunca. Miré y dije "si me violan puedo ser madre", y cuando dije "madre" miré hacía abajo y me puse a llorar, me sentía idiota ahí llorando por algo que me avergonzaba completamente, por algo tan íntimo, tan único, una experiencia tan sensible.
Cruce mis piernas y empecé a sentir algo en el pecho, una especie de felicidad, imaginé cada célula de mi cuerpo, llena de sangre, cada capilar , cada vena, imaginé mi corazón latiendo rápido.
Una vez un amigo se drogó y dijo que podía ver sus tejidos, que el ser humano de por sí conoce por dentro su cuerpo pero lo olvida. No estoy segura si tendrá razón pero imagine mis ovarios trabajando, mi útero contrayéndose, extirpando carne muerta de él.
Baje y mi vieja me notó pálida, le dije "me llegó", me miro y dijo "Wow, la verdad supe que pasaría pero te veo tan niña" dicho esto sin tocarme siquiera se fue de la habitación, al rato volvió con un chocolate, su cara era de película de misterio. Me comí el chocolate llorando como estúpida, sentía entre dolor y felicidad. Se preguntarán por qué la felicidad. La felicidad porque me sentí superior a cualquier hombre, sentí que tenía una habilidad nueva, un don jamás descubierto, sentí que si de mi salía una criatura un día, daría mi vida por ella, mataría a quién fuera por ella, que jamás volvería a sentir soledad. Sentí que era capáz de generar una extensión de mí y que yo era Dios. Eso sentí, que era un Dios.
Con los años y los meses va cambiando, las pastillas anticonceptivas cambian el metabolismo, a veces no sé porque mi cuerpo cambia tanto, porque se hincha mi vientre o mis senos , porque me duele la piel cuando esto sucede, por qué mi melancolía se acelera tanto, por qué hasta un mínimo gesto me hace romper en llanto, porque soy tan vulnerable a las palabras, a las personas, me siento como una criatura enferma que necesita cuidados extremos. Me acostumbré a los dolores pero no puedo ni imaginar cuánto dolerá ser madre. De todos modos creo que mi cuerpo se prepara paso a paso.
Nadie entiende a las mujeres y yo tampoco me entiendo a ratos, estoy completamente estable en la vida y llega la fecha y estoy llorando de manera inevitable, solo necesito un abrazo y sentir que me protegen, es todo lo que para estas fechas podría pedir. A veces dan unos antojos increíbles, si no tienes "ese" chocolate entonces tu vida es una mierda y te quieres suicidar. Me cuesta mucho tranquilizarme, no sé cual será la cura, yo no elegí esto pero debo lidiar hasta que termine y ni hacer ejercicio me hace sentir mejor, al contrario sólo siento dolor.
Sé que para muchas es distinto, creo que este tema dejó de ser tabú hace tiempo, me gustaría que alguien más compartiera como se siente. Eso es todo.