Voy a escribirte a ti aunque no
estoy segura que te pertenezca alguna de estas letras.
Siempre disfrazando todo, nada de acá es tuyo, las letras se
las come un hombre viejo que tiene tus mismos rasgos, diría que es tu padre,
pero son tus manos, cómo no saberlo.
Escuchaba una canción el otro día,
hace dos días y empecé a sentir algo que no había sentido hace mucho, desde que
te fuiste.
Puse la radio y empezó esa canción, me quedé pasmada con las
ondas del temita y tras un minuto que resultaron ser tres días te paraste en mi
cabeza y empezaste a saltar.
Me dejaste.
Abrí la puerta.
Sé que te he escrito un montón de
cosas.
Lloré un
montón de tinta.
A veces en mi cabeza los nombres de
los hombres se mezclan y forman un nombre impronunciable.
Amor, pensé
que te llamabas.
No quise que las cosas llegaran
hasta aquí, me hiciste crecer y creer un montón.
Envuelta en
una sábana harapienta me arrastraron las bestias, vi un árbol tallado con ojos
amarillos increíbles, dentro de toda la fantasía susurraste mi nombre, odio mi
nombre, ya no odio mi nombre, aprendí que tus ojos eran color café, desde la
última vez que nos vimos he dejado de llorar a diario.
Está bien que te hayas ido, yo no
estaba a tiempo en mi cabeza, tú tenías otro camino, no es ese mi problema, no
tengo ningún problema con el hecho de que te fueras, mi lío emocional es cómo
lo hiciste.
Hice todo
bien.
Desde el comienzo me dijiste que era
muy sensible para ti, me quedé ahí, de cara esperando tus golpes con cierto
estúpido placer porque yo, justamente yo, podría entender todo lo que tú sentías,
mentira, terminaste por convertirme en alguien con la paciencia necesaria para
sobrellevar tus malos tratos.
Esta parte es
muy estúpida, sentía, en efecto, placer, pero solo porque nadie me amó nunca,
porque quería ser útil, no debería seguir cuestionando este punto.
¿Me siento tonta? No, aunque no sé
si lo haría una vez más.
Ese chico
simple que resultó ser todo mi mundo.
No te perdono, no puedo.
Nunca he
podido odiar a nadie. Andas de suerte.
Me has decepcionado tanto, año tras
año creí que cambiabas, ni siquiera por mí,
por el paso del tiempo más bien. No lo hiciste. Tengo diez centímetros de un dolor tremendo atravesando mi estómago,
no te quiero culpar, no quiero, tienes toda la culpa.
Siempre me
doliste, en cada paso te lloré, a pesar del tiempo, nadie me hirió tanto, era
necesario dejarte ir.
Soy un ser tan imperfecto, sabías,
me aceptaste, yo acepté toda tu maldad, toda, sé que mi corazón llega a brillar
de ingenuidad, lo viste también, atacaste.
Bastante
ingenua, inexperta, sumisa. No sé qué tanto de eso queda, siempre queda algo, supongo,
no sé qué tanto.
Me causa una gracia enorme verme
llorando porque te amé, me da vergüenza haber llegado a eso, sinceramente nunca
creí que las cosas llegarían a tal extremo, tú, ellos, ¿quién soy yo?
Soy una imbécil,
pero me quiero un montón, a mí y a todos. Agradecida del mundo y las
oportunidades.
Estoy tan quieta que no veo nada,
una paz absoluta me absorbe ¿A dónde? Sé que no te veré nunca más.
Mañana no
sentiré esto ni de broma y si sigo así me daré otro día de descanso, pero jamás
de luto, te di años de luto.
Sabes que he perdido a mucha gente,
no me importa perderte, me duele que no cambies, que te estanques en tu egoísmo
mientras todos crecemos, yo crezco, lejos de ti.
Pendejo
egoísta de mierda.
¿Me duele? No estoy segura.
Como duele
todo.
Soy débil, eso es lo que más me
inquieta, pero no soy estúpida, siempre te vi tras de mi ahuyentando todos mis
ánimos de dejarte atrás, me dejé, te juro que cada vez me dejé, por amor. Porque
si el amor no es aceptar algo que está roto, entonces no me importa.
Escribiendo
esto ya bajé dos escalones, pero los subiré pronto, al menos de eso estoy
segura. Sigo pensando que el amor es “aceptar”, en muchos sentidos, no debí
amarte nunca, eso pienso, aunque asumo lo que pasó como cualquier valiente.
Tu problema va mucho más allá de mí.
Soy cursi, lo sé, pero soy humana, en
cierto sentido, un monstruo convertido, eso soy.
Un monstruo
convertido.
Me alegra que
te hayas ido con la misma fuerza que me alegró amarte. Suena feo, pero se
siente bien.
PD: Valoro tanto tu capacidad de fluir por la vida sin dolor alguno, te juro, me salvó la vida.
PD: La vértebras siempre se acomodan rápido.
PD: Valoro tanto tu capacidad de fluir por la vida sin dolor alguno, te juro, me salvó la vida.
PD: La vértebras siempre se acomodan rápido.