domingo, 15 de julio de 2012

Sensaciones.


Dijo que no debíamos comer la carne de un animal que murió en dolor y miseria, que esa carne pudriría mi cabeza.
Siempre decía que todos me alcanzarían cuando intentara escapar, la huida final.
Quizás no haya finalmente una foto que termine por integrar todos esos rostros y expresiones que se queman  porque me tocó vivir.
Me senté a su lado y mientras criticaba lo que yo era sentí que sus sentimientos no eran suficientemente profundos para abordar mi amor.
La transición llegó  y vino a quedarse conmigo, me ofreció su mano, le escupí el rostro e inmediatamente la limpié llena de culpa, atendí su mano y nos fuimos a dormir.
Tuve que elegir lo que quería, habían cuatro estrellas, las estrellas siempre me siguen, me ahogan porque saben que soy incapaz de seleccionar el brillo, de priorizar su brillo pero el mueble me daba tan fuerte entre la cien.
Poesía, poseía, se refracta lo que tuve que decir, veo su cara manchada, alguien estuvo antes que yo, lo sé, a ese alguien también lo amo con todas mis ganas, toda mi fuerza.
Tomo la estrella, brilla demasiado, comienza a quemarme los ojos, estoy desesperada, he tenido sueños que no he contado a nadie, como si fueran importantes, me río.
No puedo hacer nada bien, ni hablar de mi, no puedo caminar sin caer, no quiero volver a leer un "yo", no lo soportaría, estoy agradecida, se me rompen los labios.
Nunca fui suficiente buena para que alguien se quedara.
Le di el beso en la gira, no le di el beso en la gira.
El pájaro que no vuela alto.
Todos querían cantar conmigo, nunca noté si lo hacía bien o era porque estaba ahí.
Incapaz de notar que la sangre comenzaba a darme miedo, que el daño era algo que ya no podía abrazar.
Tenía que escribir una carta pero ya no  estoy capacitada para leerme sin sentir vergüenza, no me preocupará hasta más adelante, todos se burlarán de mi un día, sé que estaré sola.
Me decía que no me moviera tanto que parecía loca.
No me gusta sentir que puedo estar loca.
Intento no sentir miedo de lo que viene, sé lo que viene.
Que le bajara a la música, que me quedaría sorda,  no soy capaz de sentir dolor externo.
Dijo que estaba bien y me pegó en el brazo.
Tuvimos sexo mil veces con Radiohead.
En el fondo siempre iba ocultando lo oscura que era mi cabeza, lo ocultaba tanto que todos podían verla.
El miedo más grande es la aceptación del resto.
Si no sintiera este miedo sería una cabeza egocéntrica que no podría digerir, odio el ego.
Sé qué son.
Me gustaba caminar cerca de él.
El mundo virtual nunca fue mi mundo.
Once años, apreté el botón, una nueva dimensión pero dentro de todo era feliz, como ningún niño fue feliz antes.
Las preocupaciones eran un dulce que me tragaba con papel, todo me rompía por dentro, todo estaba destinado a matarme pero me gustaba ese dolor, me gustaba sentir que era una miseria escupida por Dios.
Iba desnuda por todos lados, esperando que unas palabras me quebraran, esperando que mencionaran la sensibilidad para aferrarme al suelo, para tumbarme en el suelo a gritar por cosas que jamás viví, porque tenía que llorar, tenía que sentir que estaba viva entre toda esta inmensidad de ciegos, que yo podía en efecto sentir.
Yo era igual que todos, algo que nunca es grato asumir.
Abrí el portal de emociones y se colaron dentro los virus que nadie invitó.
Lo quiero tanto que soy feliz aunque dudo que esté al tanto de lo que me produce.
Soy rara como todos pero no he dejado de sentirme auténtica con el pasar de los años, no me quiero tanto como tendría pero lo quiero a él que me importa aún más.
No importa cuan cursi me vuelva si entre esos sentimientos hay algo que me una a su corazón.
Quizás algún día le cuente todo.